Las elegantes columnas de mármol blanco, últimos vestigios de este templo del s. I, parecen casi pequeñas en medio de tanto edificio moderno como se levanta a su alrededor. Los fustes son acanalados y están coronados por capiteles corintios. Las excavaciones indican que el templo, construido sobre un podio, constaba de un pórtico frontal y diez columnas a cada lado. Frente a estos restos es fácil hacerse una idea del esplendor de Córdoba en época romana.