Este impresionante nido de águilas goza de un bello y tranquilo enclave. Sancho Ramírez, rey de Aragón y Navarra, ordenó ampliar el s. XI esta inexpugnable fortaleza situada a 1.100 m de altura y la dotó de un monasterio. Al entrar en el recinto, flanqueado por torres cilíndricas, disfrutaremos de unas espectaculares vistas de la depresión del Ebro. Llaman la atención el recio torreón, una bonita escalera abovedada y la iglesia románica (s. XII).